La derrota de Boca por 2-1 frente a Defensa y Justicia en Florencio Varela dejó mucho más que tres puntos en juego. El equipo de Miguel Ángel Russo quedó fuera de la zona de clasificación a la Copa Libertadores en la tabla anual. Pero lo más comentado del partido fue la relación entre Leandro Paredes y Agustín Marchesín, que estalló en tensión tras los errores del arquero.
La primera discusión se dio en la jugada del penal que abrió el marcador. A los 24 minutos del segundo tiempo, Abiel Osorio encaró al arquero tras un pase largo y Marchesín lo derribó con una salida intempestiva dentro del área. El árbitro Jorge Baliño cobró la falta y, tras la revisión del VAR, ratificó la sanción.
Fue en ese momento cuando Paredes explotó. El capitán se fue encima de Marchesín y, aunque el audio no registró las palabras exactas, sus gestos fueron contundentes. Le recriminó la salida a destiempo y lo señaló enérgicamente. Marchesín asintió con la cabeza, como reconociendo el error, e incluso le tocó la cabeza a modo conciliador, pero Paredes no se calmó. Al contrario: lo fulminó con la mirada y repitió su reproche. El volante Ayrton Costa debió intervenir para separarlos y bajar la tensión.
La segunda reacción: el 2-1 de Osorio
Tras el empate transitorio de Paredes, que convirtió el 1-1 de penal, llegó el segundo golpe. En un tiro libre de Defensa, Marchesín salió lejos y no logró despejar. Otra vez apareció Osorio, que aprovechó la mala salida para marcar el 2-1 definitivo.
La reacción de Paredes fue inmediata: levantó los brazos con furia, protestó abiertamente contra su arquero y expresó su bronca como si fuera un hincha más dentro de la cancha. El gesto quedó captado por cámaras complementarias y rápidamente se viralizó.
La situación agrava el momento de Marchesín, que ya estaba bajo críticas por su rendimiento y ahora quedó en el centro de la tormenta. Paredes, referente del plantel y campeón del mundo con la Selección, no ocultó su fastidio y dejó en evidencia la tensión interna en plena cancha.
El final en Florencio Varela no solo significó perder un invicto: también dejó expuesta una grieta que Boca deberá resolver rápidamente si quiere recuperar terreno en la recta final del torneo.